Feliz cumpleaños.

Mañana es mi cumpleaños, así que alisten las gargantas para cantarme las mañanitas, y como dice el título de hoy: Feliz cumpleaños a mí.

 

Feliz cumpleaños.

 

Cumplir años y crecer, no son sinónimos aunque veces sí van de la mano.

 

Crecemos cuando nos damos cuenta que los monstruos no viven debajo la cama, más bien viven en nuestras redondas cabecitas, dando vueltas esperando en las sombras.

 

Crecimos, cuando aceptamos que a veces ganamos, a veces perdemos; y otras veces ganamos y perdemos al mismo tiempo.

 

Crecemos cuando miramos al cielo y en lugar de pedir un deseo a las estrellas, pedimos un poco de fortaleza, pero más que pedirla al cielo, la invocamos desde nuestro interior.

 

Crecemos cuando dejamos de contar velas y empezamos a contar las alegrías, y aún mejor que sean tantas que no podamos contarlas, pero que siempre estén ahí, en nuestras células, siendo parte de nosotros.

 

Cumplir años no es contar los días que llevamos viviendo, así sean 10 956 o un millón. Cumplir años es llenar de brío y felicidad cada minuto que pasamos respirando. La vida no siempre es rosa, a veces es gris, otras veces azul; a veces te lleva arriba y otras veces abajo; y cuándo menos lo esperamos nos quita y cuándo menos lo esperamos nos da; pero con cada alegría acumulada, en el momento que la vida se ponga dura y desventurada, es más fácil limpiar el corazón. Y eso, también es crecer.

 

La prueba más grande de que va pasando el tiempo, no son las marcas del paso de los años en las manos ni el número de velas de un pastel, es la forma en la que nos despreocupamos por cumplir años y empezamos a cumplir sueños.

 

Creo que crecer es opcional, cumplir años no lo es.

 

Sigamos creciendo, no importa cuántas velas tenga nuestro siguiente pastel; la vida del alma se refleja en nuestros ojos llenos de sollozos, de brillo y alegría: llenos de esperanza y de enseñanza, de amor y sueños, de dolor y regodeo.

 

Sigamos creciendo.

 

 

Los leo en los comentarios.