Héroes y villanos.

Sabemos que a los villanos al final de la historia siempre les va mal y los héroes terminan comiendo perdices.  Eso dicen los cuentos que leemos.

 

En los cuento un villano no  puede ser héroe y, un héroe no se vuelve villano.

 

En la vida real, las cosas son más complicadas que eso, la historia no termina con un punto al final de la palabra fin, escrita con grandes letras cursivas.

 

En el mundo donde leemos sobres héroes y villanos, podemos ser uno e irnos transformando en otro con el paso del tiempo.

 

A veces vamos por la vida en nuestro papel de héroe, montados en nuestro corcel, sonriéndole al sol y nos topamos con un antagonista que nos envenena como si fuéramos una manzana, y aunque no podemos notarlo a simple vista, nuestro interior se comienza a ennegrecer, aunque el exterior siga siendo firme y rojo. Algo en nosotros cambio, todo en nosotros cambio.

 

Creemos que es justificable, si alguien nos lastimó; debemos lastimar. Combatir fuego con fuego, esa es una fórmula que sin dudas nos va a incinerar. Me parece que el fuego se combate con agua, pero quien soy yo para decirles cuál arma usar.

 

Así que cuándo tiramos más fuego al fuego,  el incendio se empieza a salir de control, arrasando todo a su paso, y eso que cambio dentro de nosotros nos da ahora nuestro papel de villano. Y así como hacíamos un buen héroe, también interpretamos un buen villano.

 

Ya adivinaron a que me refiero, ¿cierto?

 

Las dualidades viven dentro de nosotros, somos héroes y villanos, mezclados, convergiendo en un solo ser. Y así como pasamos de la luz a la oscuridad, así mismo podemos regresar.

 

Nosotros no vivimos en una historia donde todo está escrito, nosotros improvisamos nuestros guiones y somos nuestros propios narradores.

 

Así que nosotros elegimos de qué lado queremos que se incline la balanza. ¿Ustedes que opinan?

 

 

Espero que me lean la próxima semana.