Cartas al otro mundo.

Se acerca sigilosamente el día de muertos y todas sus festividades. Ese día en que nuestros seres, quienes se adelantaron en el camino, regresan a donde son extrañados para comer, beber y ser recordados.

 

Es toda una fiesta.

 

En México celebramos la muerte de esa forma, con colores y sabores; con luces y canciones. Con mucha alegría.

 

Normalmente se ponen ofrendas, con las cosas que les gustaban en vida comida, bebida, y uno que otro vicio, como el cigarro. Se supone que se alimentan del aroma de la ofrenda, de su esencia. También llevan otros elementos como agua, sal, y otras más, cada una con un significado especial.

Honestamente tengo mucho tiempo sin poner una ofrenda.

 

No es que quiera que muera la tradición, amo los olores del cempasúchil mezclados con incienso. Pero si es verdad que las almas nos visitan no quiero que coman de mi mesa, quiero que platiquen conmigo, que me abracen y me den su abrigo.

 

Yo escribo cartas. Cartas que no son enviadas por correo, cartas que deben de llegar al otro mundo, cartas para mis fieles difuntos.

 

Escribo cartas con las cosas que no pude decirles, por qué partieron antes de que supiera lo que era la muerte, y lo que era el amor. Sentimientos que no conocía antes de dejar de caminar en puntitas.

 

Escribo cartas con los consejos que a veces, no sé a quién pedirle, y espero que puedan guiarme, que puedan mostrarme un camino. Qué puedan tener una respuesta cuando las señales me fallen.

 

Escribo cartas llenas de lágrimas, y no es que solo escriba palabras tristes, aunque en muchas líneas se pueden leer las palabras: “te extraño, te echo de menos o  cuánto daría por que estuvieras aquí”; pero a veces rompo en llanto cuando les cuento esas alegrías que llevo conmigo y de las que no pudieron ser testigos, es lo que se hace ¿cierto? Se comparte la felicidad con la gente que amas.

 

Escribo tal vez, porqué es lo único que se me ocurre hacer, y no es que sea muy buena escribiendo, solo siento que las palabras me dan paz.

 

No sé qué existe después de esta vida, no sé si es cierto que todos los que se han ido pueden verme y tampoco sé si regresan y comen del mole de nuestra ofrenda; escribirles me hace sentir que pueden verme, que pueden oírme y pueden leerme, que saben lo que siento y como me siento, y que están aquí cuando los necesitó.

 

Tengo muchas cartas sin dirección, guardadas en un disco duro, esa es mi propia tradición, escribir cartas a las personas que están en otro mundo. Es mi celebración, mi propia fiesta y mi único consuelo, que sepan que no los olvido y que siempre los necesito.

 

Así que el día de muertos me gusta creer que están aquí por mí, por nosotros y por ustedes, porque nos extrañan y nos quieren abrazar; y es la vida es diferente desde que no están.

 

Díganme ustedes como celebran el día de muertos, los leo en los comentarios.

 

 

Hasta la próxima semana.