Qué caprichoso es el dolor.

Cada cabeza es un mundo y cada corazón, es un profundo e interminable mar de sentimientos. Vamos caminando por el planeta con pensamientos y sentimientos, tan intensos, cargamos culpas y remordimientos, lloramos y sufrimos, a veces emitiendo sonidos que dejan eco y otras veces en silencio.

 

El dolor es caprichoso. A una persona puede no lastimarlo el piquete de una abeja, y otra persona puede resultar gravemente herida. El dolor es variable. El dolor es caprichoso, siempre quiere hacer su antojo.

 

Ojala pudiera escribirles mil y un pasos para saber si una persona está sufriendo, pero a veces la única persona que sabe cuánto duele respirar; es la persona que, está tan rota y sus propias costillas empujan el aire fuera de sus pulmones. No tengo un manual.

 

Las personas a nuestro alrededor sufren, y no tengo un instructivo para ustedes.

 

No sé, que señales deben buscar porqué a veces hasta las personas más sonrientes, llevan tanto dolor cargado en sus átomos, que terminamos diciendo, “se veía tan feliz”; porqué a veces los monstruos se acercan cuando todo es silencio y oscuridad, esperan en las sombras al mejor momento para atormentar.

 

Personas que amamos, luchan por callar los ecos de su dolor. Y no se abandona a quién se ama, pero a veces no tenemos la más mínima idea de que es lo que está pasando.

 

Sé que no soy la única que ha visto el suicidio de cerca. Sé que tal vez, ustedes que me leen han perdido un primo, una hermana, un tío, una amiga; una persona importante. Y sé, que siempre se preguntan si pudieron hacer más. Me gustaría que no se hicieran esa pregunta, pero es imposible, siempre la llevaran consigo, como una nube negra. Pero quiero que sepan que si ustedes amaban a esa persona, hicieron lo que tenían que hacer, amarla. A veces, las máscaras son engañosas y caemos en la trampa, porque queremos creer que todos podemos regresar de la oscuridad. ¡No sé!, a veces, ni siquiera sabemos que profundidad tiene el pozo por lo tenebroso que es.

 

A veces, no podemos hacer más.

 

Perdonen y perdónense. No tengo los pasos, solo tengo esas dos palabras para ustedes. Perdonen y perdónense.

 

Y aunque cada pérdida nos acompañara por siempre; y aunque a cada paso que demos los echaremos de menos, lo único que nos queda es rezar, rogar y creer que pudieron encontrar la paz que necesitaban. Entonces, perdonen y perdónense.

 

El dolor es caprichoso, se instala en los rincones más profundos para que no puedan sacarlo, a veces ganamos y otras perdemos, pero nunca dejamos solos a los que amamos, aun cuando ya no los podamos ver.

 

No los dejamos solos.

 

 

Si desean compartir, los espero en los comentarios, hasta la próxima semana.

 

 

 

Ayer se celebró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, y aún en 2018 el suicidio sigue siendo un Tabú. Si necesitas ayuda o conoces a alguien que la necesite, recuerda que existen las líneas de vida. A veces para ayudar necesitamos ser ayudados.

 

Lista de teléfonos:

Guanajuato: 01 800 290 00 24

Puebla: 01 800 900 VIDA (01 800 900 8432)

Jalisco: 01 800 227 47 47

Coahuila: 01 800 822 3737

 

CDMX y resto del país: 01 55 52 59 81 21

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Comentarios: 2
  • #1

    Gustavo (martes, 11 septiembre 2018 17:07)

    Genial leccion

  • #2

    Xiomara Lopez (martes, 11 septiembre 2018 18:50)

    Cuanta razón tienes..