Caminaba rumbo a mi casa, como un tarde normal. Nada fuera de mi libreto. Trataba de cubrirme del sol, y me orille hacia una pared; en ese momento descubrí que en medio de la pared había una fisura, en la cual había un pequeño botón. Una flor en potencia.
No sé qué clase de flor crecerá pero tenía un lindo color amarillo. Brillante y suave. Lleno de vida.
Me quede ahí, parada frente a la pared, observando la grieta y entonces comprendía que todos tenemos grietas.
Siempre que nos topamos con situaciones difíciles y dolorosas, se abre una grieta en nosotros. Un agujero gris y frío; en donde sentimos que se desvanecen todas nuestras fuerzas. Y como toda hendedura deja un hueco que puede ser tan pequeño o tan grande como nuestro dolor.
Vivimos diciendo que el espacio que deja entre nosotros algo, alguien, o lo que sea, es imposible de rellenar. Y es cierto, supongo que nada encaja mejor que lo que ocupaba ese lugar. Aun así en cada espacio de nosotros, de nuestra vida, de nuestra mente y corazón, puede colarse el botón de una flor. Porque así es la vida, solo necesita una pequeña grieta, un espacio minúsculo para brotar y empezar de nuevo.
Estamos llenos de grietas, nosotros solemos llamarles cicatrices. Y es cierto que no llegan a sanar del todo, pero también es cierto que empiezan a llenarse de flores, que pueden traducirse en nuevos sueños, personas e incluso momentos. Esas flores acarician nuestras cicatrices, le dan el calor que creíamos que no encontraríamos, nunca.
A veces, nos enrollamos en la pérdida de un pedacito de nosotros, y entiendo es normal, pero así de normal, también es, que si dejamos que el universo haga su parte, encontrará la forma de entrar y llenar nuevamente de vida ese agujero. Lo llenará de colores, amarillos brillantes o rojos intensos, tal vez sean azules que den paz. Los colores que necesitemos y los aromas que nos den armonía.
Nunca olvidaremos, lo que perdimos. Por mil y un razones.
Pero no se trata de olvidar.
Se trata de recordarlo y mantenerse cuerdos, y con vida. Se trata de recordar y observar nuestra fisura, llena de colores y flores de distintos nombres, poder sonreír y mirar hacia adelante.
Tenemos grietas, y duelen, pero en ellas tenemos flores, que aportan belleza, colorido, paz y también un respiro. Cada grieta es dolorosa, pero termina por volverse hermosa.
Hasta la próxima semana.
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Gustavo (martes, 26 junio 2018 11:59)
Muy buen blog, todos tenemos grietas pero las personas correctas las pueden reparar
Xio De Escobar (martes, 26 junio 2018 12:02)
Me encanta lo que escribes.. siempre me identifico con tus palabras. Y en esta ocasión tienes mucha razón, en mi caso llevo con orgullo mis cicatrices.. me recuerdan que la vida intento derribarme.. pero no lo logro!
Sara Anell-Noriega (martes, 26 junio 2018 12:12)
Bonita reflexión!
Gabriela de Vega (martes, 26 junio 2018 13:57)
Me encantó amiga, muy bellas palabras eres una excelente escritora, muchas felicidades te quiero mucho�
Mavis Santoyo (martes, 26 junio 2018 20:13)
Me encanto, me sentí tan identificada y recordé mis grietas, pero también las personas que han florecido en ellas. Que bonito escribes TE AMO!