V a i n i l l a

Saben, muchas de las cosas que creemos aprender de adultos, realmente las hemos aprendido desde niños; puede que se nos olvide o tal vez es más fácil fingir ignorancia que admitir un error.

 

Mi mamá tiene una receta secreta, bueno no tan secreta, para hacer malteadas de plátano. Las malteadas, más deliciosas (se me está haciendo agua la boca), llevaban un poco de esencia de vainilla. Así que las malteadas desprendían un aroma a delicadeza,  su olor era agradable y su sabor suave.

 

Un día, cuando descubrí el chorrito de vainilla, durante la preparación. Me imagine que ese líquido contenido en un frasco debía saber a lo más suculento, que podría probar; espere a que mi mamá se fuera para darle un trago al contenedor. Y para mi muy desagradable sorpresa, eso no era para nada sabroso. Todo lo contrario y con toda la mala suerte que pude tener el sabor permaneció un largo rato.

 

Gran aprendizaje.

 

El efecto de la vainilla ocurre con muchas personas.

 

A veces confundimos el aroma de las personas con buenas intenciones y buenos deseos. Las invitamos a nuestra vida y lo que sucede es, que en vez de endulzarla la envenenan y la amargan. La única diferencia entre la vainilla y las personas, es que no todo el tiempo tienes que probar la vainilla para saber que el resultado será el mismo. Con las personas hay que dar bocaditos para poder decidir si solo es vainilla, o es una persona que de verdad debes conservar en tu vida.

 

Lo malo no es darles oportunidad a las personas de demostrar que no son vainilla, lo malo es que tratamos de justificarlas y retenerlas. Dejamos que llenen de esencia de vainilla nuestra vida y está se amargue, nos atormente. Y  que nuestra vida de repente tenga un sabor agrio.

 

No volví a probar el frasco de vainilla de mi mamá, nunca más.

 

 

Las personas vainilla, tampoco deben entrar dos veces en la vida de alguien, porque habiendo tantos sabores agradables para que amargar con saborcillos ponzoñosos, con lo bello que es vivir.

 

Y por supuesto tampoco deberíamos ser la vainilla de ninguna persona, pero el mundo es grande y hay diversidad de colores y sabores, lo mejor que podemos hacer es evitar ser vainilla, así como evitar tener una vainilla a nuestro lado.

 

Saboreen a gusto, pues.

 

Hasta la próxima semana.

Escribir comentario

Comentarios: 2
  • #1

    Mavis Santoyo (martes, 15 mayo 2018)

    Me encanto como siempre, nunca había pensado de esa forma a las personas, pero ya vi que he conocido muchas vainillas y amargas jijiji., te quiero y me encanta tu forma de ver las cosas

  • #2

    Sara Anell-Noriega (viernes, 01 junio 2018 18:56)

    Podríamos ser cucharadas de vainilla de alguien, es decir, endulzarle la vida. Pero no ser el frasco completo, sino le amargaríamos la Vida! �