Aroma a manzana y canela.

Por donde quiera que vaya, empieza a oler a navidad. Un aroma peculiar, a chocolate y pan, manzana y canela; esperanza y amor.

 

La navidad es mi época del año favorita, aunque en mi casa era un caos, al final todo era como en la canción, una noche de paz, una noche de amor.

 

Les contaré un  poco sobre mis navidades.

 

La víspera de navidad empezaba con un desayuno en pijama, bromeando y riendo, para que todo el día mi mama fuera esclava de la cocina, aunque no le guste tanto cocinar, aunque nunca le agradecimos por pasar todo el día despeinada y corriendo de un lado al otro de la cocina para que todo quedará perfecto, como si perfecto fuera un sabor. Mientras en otra habitación se proyectaba en la TV, La navidad de los Pica piedra, o alguna otra película llena de árboles con luces, ahí estábamos mi papá, mi hermana y yo; puede que también en pijama, realmente no importaba, y la película tampoco importaba mucho, los diálogos los sabemos  de memoria, en realidad estábamos ahí, porque no existía mejor lugar en el mundo.

 

Llegaba la puesta de sol y todos nos empezábamos a arreglar, para salir a casa de alguno de mis tíos, nos poníamos lindas ropas, era como un mini desfile de modas, mi hermanita siempre parecía princesa y salíamos a cenar en familia. Tal vez suene trillado y puede que lo sea. Pero esa cena, ese banquete, no era por Navidad, era por la familia.

 

Esa última parte no la entendí hasta que viví lejos y me dejo de ser posible estar en casa para Navidad, entendí que toda la fiesta, no era por costumbre, ni porque así lo marcaba el calendario, era por la familia, para recordarnos que no estamos ni estaremos solos.

 

Nos reuníamos para contar las mismas anécdotas de hace 20 años, porque son épocas felices, momentos especiales, vivencias que nos hacen pertenecer a la familia; brindábamos por los que no nos acompañaban en la mesa, no importaba porque no estaban, nosotros los queremos y los extrañamos; cantábamos, reíamos, bailábamos no porque la vida fuera perfecta, sino porque aún con todos los problemas teníamos la más grande de las riquezas, una familia. No es una familia perfecta, pero es una familia llena de amor.

 

Cuando era una niña, no lo entendía, era parte de la tradición, y esa costumbre, me dejo bellos recuerdos, momentos a los que puedo ir en mi mente cuando necesito fortaleza, lugares guardados en la línea de tiempo que me ayudan en los tiempos difíciles. Pero ahora que soy mayor entiendo, que no es una rutina cualquiera, es una forma de estar juntos, de decirnos que nos amamos, y una forma de ir dejando pequeños fragmentos de felicidad en cada uno de nosotros.

 

Las cenas navideñas de mi infancia, suenan como eco en mi mente. Como fantasmas de navidades pasadas, se escucha un poco nostálgico, pero es todo lo contrario, sin cada navidad, sin mi familia, no estaría en donde estoy, ni sería lo que soy. Son espíritus de navidades pasadas, que me dan el coraje de vivir intensamente y aunque ahora sea cena para dos, con un árbol no mayor a 40 centímetros, sé que la cena no es por los regalos ni el banquete en sí, es por los que te aman y a los que amamos, los que están y los que no estamos, los que cocinan y los que solo van a comer, los que dan un buen brindis y los que solo se quedan callados, por la familia, porque no importa que tan grande o pequeña sea, no hay nada más hermoso que ser parte de una familia.

 

La navidad no es solo una fecha del calendario; es la familia y ese rico aroma a manzana y canela, que cubre la noche como si fuera bruma.

 

Quiero desearles a todos una feliz navidad, y recuerden que la navidad no son los regalos, navidad es eso, que guardamos en el corazón y se convierte en nuestro lugar feliz.

 

 

Feliz navidad y hasta la próxima semana.